¡Hola, querida amiga! Gracias por pasar y dejar tus impresiones, una vez más.
Así es. Se escuchan menos. No obstante, cerca de casa hay una antigua parroquia que por la tarde y los domingos lanza al aire ese viejo y característico sonido, casi familiar.
Cada tarde, puntuales, suenan. Cada tarde dicen adiós puntualmente. Es decir: siempre vuelven, nunca fallan. Es un adiós que vuelve todas las tardes puntualmente ¿No es esto algo “extraño”? Sin embargo es así. Gran parte del valor del haiku está en detectar estas sutilezas de la vida, sutilezas que no se resuelven nunca porque la vida que encierran está basada en “extrañezas” llenas de un encanto que no se puede agotar. Gracias por tan hermoso haiku, Juan Carlos, ¡siempre!
¡Muchas gracias, Carlos, por tus hermosas palabras! Tu compañía me reconforta en estos momentos difíciles.
Sí, tenemos esa suerte. Las campanas casi han desaparecido, pero en este barrio donde vivimos la proximidad de una parroquia nos regala, desde su alta cúpula, ese entrañable sonido. Esas "extrañezas" de las que tú hablas, para añadir: "...llenas de un encanto que no se puede agotar.". Tal cual, querido amigo.
La diferencia entre el buen haiku y el haiku banal está, creo, en esas extrañezas, sí, Juan Carlos. A veces a uno le parece que el haiku “bonito” pero banal lo invade todo. Es signo de la superficialidad de sentimientos que tanto abunda y que el mal haiku, tristemente, ayuda a propagar. En este sentido, el haiku superficial está, en mi opinión, haciendo mucho daño, porque impide que surja una sensibilidad genuina al hacer que los poetas, halagados por lectores tan superficiales como ellos, se contenten con la mera sensiblería y viceversa. Es el gran peligro de nuestro tiempo, Juan Carlos. Gracias por preservar tú la diferencia. Siempre me consuela leerte ❤️
De nuevo, gracias, Carlos. Siempre generoso. Me halaga comprobar una vez más el alto grado de tu sensibilidad, lo que permite inferir la verdad de lo que tanto énfasis expones y defiendes.
Si algo estoy aportando al buen haiku, como tú dices, me doy por más que satisfecho. Esto me da pie para reiterar lo que siempre defiendo: el buen haiku es el resultado de lo que propone el haijin de la mejor manera y el alto nivel de sensibilidad del lector u oyente. En esa conjunción se consagra el haiku y se realiza como tal. Al parecer, este es el caso. Lo valoro, con toda humildad.
9 Comments:
Puntuales y sonoras... cómo me gusta su sonido. Cada vez se escuchan menos. Besos,
¡Hola, querida amiga!
Gracias por pasar y dejar tus impresiones, una vez más.
Así es. Se escuchan menos. No obstante, cerca de casa hay una antigua parroquia que por la tarde y los domingos lanza al aire ese viejo y característico sonido, casi familiar.
Un abrazo.
Cada tarde, puntuales, suenan. Cada tarde dicen adiós puntualmente. Es decir: siempre vuelven, nunca fallan. Es un adiós que vuelve todas las tardes puntualmente ¿No es esto algo “extraño”? Sin embargo es así. Gran parte del valor del haiku está en detectar estas sutilezas de la vida, sutilezas que no se resuelven nunca porque la vida que encierran está basada en “extrañezas” llenas de un encanto que no se puede agotar.
Gracias por tan hermoso haiku, Juan Carlos, ¡siempre!
¡Tienes mucha suerte de tener esas campañas cerca! Por aquí han casi desaparecido. Solo siguen tocando en sitios muy contados y apenas en las ciudades
Campanas
¡Muchas gracias, Carlos, por tus hermosas palabras!
Tu compañía me reconforta en estos momentos difíciles.
Sí, tenemos esa suerte. Las campanas casi han desaparecido, pero en este barrio donde vivimos la proximidad de una parroquia nos regala, desde su alta cúpula, ese entrañable sonido. Esas "extrañezas" de las que tú hablas, para añadir: "...llenas de un encanto que no se puede agotar.". Tal cual, querido amigo.
Un gran abrazo.
Campanas
La diferencia entre el buen haiku y el haiku banal está, creo, en esas extrañezas, sí, Juan Carlos.
A veces a uno le parece que el haiku “bonito” pero banal lo invade todo. Es signo de la superficialidad de sentimientos que tanto abunda y que el mal haiku, tristemente, ayuda a propagar.
En este sentido, el haiku superficial está, en mi opinión, haciendo mucho daño, porque impide que surja una sensibilidad genuina al hacer que los poetas, halagados por lectores tan superficiales como ellos, se contenten con la mera sensiblería y viceversa. Es el gran peligro de nuestro tiempo, Juan Carlos. Gracias por preservar tú la diferencia. Siempre me consuela leerte ❤️
De nuevo, gracias, Carlos.
Siempre generoso. Me halaga comprobar una vez más el alto grado de tu sensibilidad, lo que permite inferir la verdad de lo que tanto énfasis expones y defiendes.
Si algo estoy aportando al buen haiku, como tú dices, me doy por más que satisfecho. Esto me da pie para reiterar lo que siempre defiendo: el buen haiku es el resultado de lo que propone el haijin de la mejor manera y el alto nivel de sensibilidad del lector u oyente. En esa conjunción se consagra el haiku y se realiza como tal. Al parecer, este es el caso. Lo valoro, con toda humildad.
Otro gran abrazo, querido amigo.
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