Haibun es una palabra japonesa compuesta por dos kanji (caracteres ideográficos: hai y bun, literalmente, “ensayo de haiku”) que se puede traducir como “Cuaderno de haiku” o “Diario de haiku”.
Algunos de los antiguos haijin (poetas de haiku), acostumbraban anotar en un cuaderno sus impresiones y descripciones de viaje, sus actividades, bocetos, o todo motivo que fuera de interés, en párrafos concisos, fundamentalmente en su relación con la naturaleza y el entorno humano, cerrando esos apuntes con un haiku o, según el caso, al inicio del escrito, o intercalando uno o más poemas entre párrafos. También el texto en prosa podía ser tal sin contener ningún haiku, aunque estaba impregnado de su espíritu. (*)
El haibun, por lo tanto, (tal como se ha extendido en Occidente) es el conjunto de anotaciones que combina prosa poética y haiku y, por extensión, cada uno de los temas con inicio y cierre determinados que dan marco al poema, o bien, este como acotación incidental. El relato puede ser autobiográfico, biográfico, descriptivo, incluso imaginario, en un lenguaje en que el poeta expresa la impresión de lo que percibe y siente (frente a lo inmediato o a lo pasado), sumando a la narración uno o varios haiku, aunque la costumbre más arraigada es la de incluir el poema al final de lo referido (según el autor), procurando a veces la síntesis y, en otras, como complemento de lo expresado en una particular reciprocidad.
Otoño
Otro en mi piel. Tiempo de íntimas sensaciones. Bocetos de la nostalgia en cada calle. Serena melancolía fundida en la tibieza de un sol más breve y más débil. Tiempo de recogimiento del espíritu devenido crisálida. Y el típico emblema: la hoja que cae.
Paisaje en que el recuerdo desanda los pasos por la vereda alfombrada, y allá arriba los nidos abandonados. Fríos y desnudos. La tarde que va empalideciendo y estirando las sombras de esa hora indecisa, adormecida en las ramas altas y en los viejos pinos. Silenciosamente.
Calle de otoño.
Vieja fotografía
de cal y sepia.
Con aquel verdor transfigurado. Las lluvias del verano en las hojas relucientes. La sombra de olorosa frescura hendida por el metal de las chicharras. Lunas naranjas y grillos amanecidos en la senda nacarada de los caracoles. Días interminables y noches prodigando estrellas a los ojos tumbados en la hierba o en la arena...
Por el mismo camino de ayer.
Viento de mudanzas. De arrebato y despojo. Cielo abierto en los montes de enredada urdimbre en espera. En los parques y avenidas. Presagios de retorno en un rito de adioses. Una vez más...
Brisa otoñal.
Las hojas bajan
a besar su sombra.
(*) Recomiendo la lectura de “Oku no Hosomichi” (Sendas de Oku) del maestro Matsuo Bashō, escrito entre 1689 y 1694, y traducido por Octavio Paz y Eikichi Hayashiya en 1956.
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8 Comments:
Tus palabras acarician la mirada de mi alma, comparten alas, me abrazan, ...si, me abrazan y una vez más me invitan a volar!!
Gracias, Joli.
Si mis palabras propician el vuelo es un hermoso elogio que espero merecer.
Va otro abrazo.
Excelente, Juan Carlos, tu experiencia con el haibun... Cada haiku ilumina tu prosa poética!!!...
¡Muchas gracias, Rafael!
Por tu amable visita y tus palabras tan alentadoras, en esta mi primera incursión en el género.
Un fuerte abrazo.
Juan Carlos: si este es tu primer haibun, esperaré con ilusión los próximos.
Es sumamente bello en toda su extensión, y me gusta particularmente ese "verde transfigurado".
Un placer leerlo!
Un abrazo grande!!!
¡Hermosas tus palabras, Claudia!
Gracias por detenerte aquí y ¡cuánta me alegra que este primer intento haya sido de tu agrado!
Pero se da lo que siempre sostengo: es la sensibilidad del lector la que jerarquiza la expresión.
Un beso.
Hermosa prosa poética,que refleja la poesía interior de su autor.
Muchas gracias, Bea.
Por pasar por este rinconcito escondido y por este puente que tiende tu sensibilidad de poeta.
Un beso.
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