Abandonadas
bajo el sol de diciembre.
Alas de hormigas.

6 Comments:

momiji haiku もみじ said...

Qué bueno. Es curioso Juan Carlos, lo que en la naturaleza no deja de ser algo cotidiano y sin ningún significado se convierte en nosotros en algo emotivo, "significativo". Es casi inevitable. Es difícil abandonarse al mundo, como esas alas de hormigas que tan solo caen porque deben caer. Sin más.

Un abrazo grande grane compañero

Juan Carlos Durilén said...

Es muy cierto lo que dices, momiji.
Gracias por pasar por aquí, una vez más.

Sé que tiene que ser así. La naturaleza lo impone. Las alas, en esos insectos, son solo un medio; bueno, como en todos los seres alados.
Sin embargo, ese desapego me provoca cierta íntima congoja. No sé explicarlo mejor.

Otro gran abrazo, compañero.

gorka said...

Qué buen haiku, compañero.

Yo vi caer unas cuantas este verano pasado... y brillaban... todo un espectáculo.

Feliz 2015.

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, Gorka.
¡Qué bueno sentir que tu experiencia se acerca tanto a esta otra!
La naturaleza cumple sus designios invariablemente.

Que tu 2015 te traiga lo mejor.

Un abrazo, compañero.

Bea Candiani said...

No sé si es la edad o una necesidad renovada del ser humano , esa de observar minuciosamente la naturaleza y en paralelo adjudicar la emoción a esos signos que dejan los diferentes tipos de vida con los que convivimos en nuestro planeta. Lo bueno es compartir, a través de la poesía, estas experiencias cotidianas.

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, Bea.
Oportuna e interesante reflexión la que nos dejas.
Creo que en el haijin está implícita esa manera de ver el mundo, la naturaleza, en particular, fuente de sabiduría.
Cada señal adquiere forma y contenido en su espíritu; algo que lo impele a dar testimonio de ese momento especial, único e irrepetible, como decimos siempre.

En eso estamos: compartiendo...

Un gran abrazo, amiga.