Espantapájaros.
También él envejece
bajo este cielo.


4 Comments:

Leti Sicilia said...

Hermoso haiku amigo. El paso del tiempo afecta a toda la Naturaleza sin distinciones.

Buen fin de semana, un cariñoso abrazo.

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, Leti.
Siempre tus comentarios enriquecen lo expresado en el haiku.
Aprecio tu compañía y que te hayas detenido, una vez más, en este pequeño espacio.

Lo mismo para ti: que pases un hermoso fin de semana primaveral.

Llegue mi abrazo.

Carlos said...

Hay algo especial en este haiku, Juan Carlos. Lo último que uno espera es que un muñeco se haga viejo. Ciertamente los muñecos y, como dice Leticia, cualquier objeto (natural o artificial) envejece. Pero envejecen como cosas y no como personas. Tu haiku se refiere al espantapájaros como si fuera una persona, aunque el haiku “sabe” que es una cosa. Ahí está la magia: que las cosas puedan SUFRIR su propio envejecimiento. Está claro que no (¿está claro?), pero el haijin en ese momento siente que quizás sí. En realidad, yo creo que a través del espantapájaros el haijin siente que su propia vejez la vive, quizás, la naturaleza entera...
¡Fantástico! ;-)

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, Carlos.
Tus comentarios son siempre otro motivo para ser repensados, más allá del propio haiku. Lo que expresa Leticia, esa sensación de que todo envejece (natural o artificial), se condice con tu manera de ver este entorno que así como envejece, se renueva, pero tanto el haijin como todo ser humano tiene conciencia de este transcurrir hacia la vejez como lo inevitable y "natural", precisamente. El espantapájaros, con su armazón y sus ropas que se destiñen y desgarran con el paso del tiempo. Nosotros, con nuestro cuerpo que sufre el deterioro implacable de ese mismo tiempo...

Un placer tu compañía, querido amigo.
Otro abrazo.