Al haijin amigo albaceteño Carlos Blanc Portas


Moras al paso...
en mi mano, en mi boca
¡y en mi camisa!


2 Comments:

Carlos said...

Muchas gracias, Juan Carlos. No merezco esa dedicatoria pero la acepto por lo que significa para nosotros: ya varios años ininterrumpidos de continua indagación en lo que es el haiku.
Y, en efecto, este es uno de mis haikus preferidos entre todos los que has escrito, sin desmerecer tantísimos otros tuyos que, como siempre, tan largamente hemos comentado. Preferido por su frescura, pero sobre todo, como ya te dije, por el modo como incorporas en él el sentido del movimiento: esas "moras al paso" que luego se prolongan en la mancha accidental que provoca en la camisa el goce descuidado de comerlas. Uno lee el haiku en todo su movimiento vivo, algo que no es común en el arte del haiku, que tiende a ser más estático por estar marcado siempre por la potencia de la idea... y las ideas tienden a ser estáticas, tienden a "congelar" el movimiento.
Uno de los haikus que más admiro dentro de la tradición japonesa es el de Moritake a la flor caída que vuelve a la rama y resulta ser mariposa. Siempre me ha dado igual que no se le considere un haiku propiamente dicho por la circunstancia histórica de ser anterior en casi un siglo al supuesto fundador de la forma poética haiku, o sea, Bashoo. El agua que brota de la fuente, por decirlo de algún modo, procede de más adentro de la fuente misma ¿no te parece? Y ese haiku, siendo anterior al haiku, es para mí de los mejores haikus que se han escrito porque revela en una anécdota casual la esencia del movimiento. Y tu haiku tiene para mí la misma frescura que el agua de esa fuente del haiku que te digo.
Gracias, por tanto, por esa dedicatoria, Juan Carlos. Es para mí un honor que mi nombre figure en tu blog junto a tus haikus.
Un abrazo grande desde España: Carlos

Juan Carlos Durilén said...

Más que merecido lo tienes, querido amigo.
Y, como siempre, tus comentarios tienen la sustancia de aquello hondamente sentido, apuntalado por un análisis que pone en evidencia un conocimiento objetivo del devenir del haiku; en este caso, destacando esa famosa composición de Moritake precursora de lo que luego Bashô diera categoría consagrada de haiku en el siglo XVII.

Me alegra mucho saber que este haiku ha suscitado en ti esa grata sensación de frescura y movimiento, tal como lo expresas con tanto énfasis. Enhorabuena.

Gracias, Carlos, por tu visita y por dejar testimonio de tus impresiones.

Un gran abrazo desde esta Córdoba invernal.