Noche de estío.
Al tender unas ropas
¡todo ese cielo!

 

8 Comments:

momiji haiku もみじ said...

Precioso haiku amigo mío. Ese cielo. Ese ese que está ahí siempre aunque no lo veamos. A veces, cuando estamos distraídos con otras cosas, es cuando nos damos cuenta de pronto de la belleza del mundo que nos rodea.

Un abrazo grande

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, querido amigo.
Como siempre, tus palabras reafirmando con certeza lo que el haiku pretende expresar.

Es verdad eso de redescubrir la belleza que nos rodea con renovado asombro.
Aprecio tu compañía. Feliz fin de semana.

Otro abrazo.

Leti Sicilia said...

Hermoso haiku querido Juan Carlos. No debemos perder nunca la costumbre de detener el paso, mirar alrededor y disfrutar de lo que la Naturaleza nos ofrece, es tanto y tan mágico...

Un cariñoso abrazo.

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, Leti, una vez más, por tu compañía y tus palabras.

Es verdad lo que dices. Hay tanta magia y belleza en todo lo que nos rodea... Solo es necesario detenerse y saber mirar. Sentir y disfrutar cada detalle. El camino del haiku nos enseña mucho sobre esto. Y lo celebro.

Otro abrazo, querida amiga.

nubeaguablog said...

Precioso el haiku amigo!
Ese momento que tan bien describes me ha ocurrido con bastante frecuencia,(soy un adicto a mirar el cielo!) Y por muchas veces que me haya pasado siempre me ha impresionado.
La belleza está ahí, a la vuelta de la esquina, en el tendedero...en el corazón del que mira
Un fuerte abrazo
j

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, querido j, por pasar y detenerte.

Tal como tú dices (y lo reafirman los otros amigos visitantes), "la belleza esta ahí", tan a mano, tan a cada paso... y "en el corazón del que mira".
Creo que quien no repara en ello es porque su mirada está dirigida hacia dentro de sí mismo o atrapado por otras urgencias, a veces importantes, a veces nimias...

Un gran abrazo, amigo.

SUSANA BENET said...

A veces solo miramos al cielo por esos pequeños gestos, como salir a tender. A veces con prisa, tu haiku me hace reflexionar sobre esa prisa y la necesidad de pararme a contemplar algo tan inmenso. Gracias,

Juan Carlos Durilén said...

Gracias a ti, querida amiga, por tu nueva visita y tu hermoso comentario.
Es verdad, a veces la prisa nos roba ese momento de contemplación, la serenidad y el tiempo suficiente para detenernos en esa y otras maravillas, que están allí, tan cercanas y tan lejanas, a un tiempo...

Un gran abrazo.