Coronavirus.
El canto de los gallos
¿a mediodía?
Ciudad en calma.
Los humanos aislados
en cada casa.
Mañana gris.
Pasa un cortejo fúnebre:
solo dos autos.
En cuarentena.
Días de la semana:
todos iguales.
Plena pandemia.
La humanidad entera
estremecida.
Vieja parroquia.
Sus campanas puntuales
también callaron.
Papa Francisco.
En la plaza vacía
solo su voz.
Luces del barrio:
poco a poco se encienden
con el crepúsculo.
Viento nocturno:
rozan el pavimento
las hojas secas.
Último adiós.
Los deudos, con barbijo,
dicen amén.
6 Comments:
Estupendo ramillete de haikus, Juan Carlos.
Muchas gracias, querido amigo. Y bienvenido a este espacio.
Esta terrible enfermedad, tan nefasta como inesperada, genera situaciones inéditas a nivel mundial. Vivirlas, y padecerlas en gran medida, nos lleva a dejar registro de algunos momentos en particular.
Un gran abrazo desde este otoño. Y, ¡cuídate mucho!
He ido publicando en Facebook un breve poema con una imagen , desde que se inició e, confinamiento en España, formando parte de la serie: "En mi ventana". Por ejemplo:
No importas, soledad,
si traigo a mí
el silencio salvado de los libros.
*
El libre virus
infunde a la ciudad
nuevos silencios.
¡Muy buenos tus poemas, Emilio!
La brevedad del haiku, condensa, como en estos casos, un sentimiento profundo frente a esta situación inédita, tan extraña como inesperada.
¡Gracias por compartirlos! Y lo mejor para ti en este camino.
Un gran abrazo.
Compartir es ganar, Juan Carlos.
Tú lo has dicho, Emilio.
Antes, ya lo dijera Antonio, el gran maestro: "La monedita del alma se pierde si no se da".
Otro abrazo, amigo.
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