Al agua otra hoja:
el cielo reflejado
tiembla un momento.

16 Comments:

Alberasan said...

Al agua otra hoja… ¿cuántas irán ya? ¿Tantas que hasta el mismísimo cielo parece temblar?

Hace poco escribí un haiku sobre una hoja que temblaba y al leer tu bonito haiku no pude evitar el leerlos seguidos y sentir como el temblor se propaga con armonía. He sentido ese pequeño temblor cruzar un océano…

Un fuerte abrazo, amigo

ADMINISTRADOR said...

Muy bueno Juan Carlos.... Ese estar tranquilo contemplado como caen la hoja y perturba el reflejo que vuelve a aquietarse hasta la siguiente hoja que....
Gracias...

Un abrazo, Mercedes kotori

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, Alberasan, por tu hermoso comentario y la frecuencia de tus visitas.
Me alegra que esa asociación de miradas parecidas puedan trasmitir esta emoción a distancia.
En mi caso, la quietud del agua donde se refleja un cielo otoñal, se ve de pronto removida por las hojas que ya comienzan a caer por estas latitudes. Es un breve movimiento, apenas un temblor, y el cielo reflejado se estremece.
No sé, pero como tú, encuentro una conexión trascendente en ese momento cautivante.
Bueno, creo que el haiku es eso. Al menos es lo que procuro que sea.

Un gran abrazo.

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, Mercedes.
Un placer tu compañía y la generosidad de tus palabras.
Me emociona comprobar cómo coincide la mirada sobre lo percibido y la cercanía que genera.

Otro abrazo.

Josefa said...

Gracias Juan Carlos por ese instante compartido.
Un abrazo de corazón

Juan Carlos Durilén said...

Gracias a ti, Josefa.
Por dejar tu huella y tu afecto.
Estas "miradas del corazón", como es todo haiku, no saben de distancias ni de tiempo.

Un gran abrazo, querida amiga.

Anónimo said...

Un momento, eso es lo que dura todo un momento.
Y en el agua de nuestra vida caen las hojas del tiempo.
Y con su suave temblor mece los reflejos de lo ya, vivido.
Que bonitos son tus haikus
Un abrazo.
Ambar.

Anónimo said...

Muy buen haiku,Juan Carlos,cómo se nota tu compenetración en todo lo que te rodea y la percepción de los sucesos más sutiles que ocurren en cada instante.Felicitaciones.
Un abrazo.

Juan Carlos Durilén said...

Precioso lo que expresas, Ambar.
Me alegra que este humilde haiku haya promovido tan profunda reflexión que comparto. Todo este sentimiento sobre nuestra propia vida.
Por lo tanto, lo bonito (como tú dices) del haiku, es aquello que se manifiesta en el lector, que lo revive y lo fecunda.

Gracias, amiga.

Un beso.

Juan Carlos Durilén said...

Aprecio mucho lo que dices, Luezei.
Muchas gracias.
Me alegra que esa percepción que el haiku intenta condensar, se pueda trasmitir lo más fielmente posible. Pero, insisto. El haiku se cierra en el lector. El lector (o el oyente) es el que le da sentido, recreándolo.

Un abrazo, amigo.

Xaro La said...

Tan hermoso!, ese temblar del agua, que bien refleja la realidad y movimiento.

Precioso, precioso

Abracitos amigo Juan Carlos

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, Xaro.
Por la constancia de tus visitas y de tus palabras alentadoras.
Reconforta saber que lo compartido halla eco en otros corazones.

Otro abrazo a ti.

Antonio Porpetta said...

Gracias, querido amigo, por tu comentario, tan generoso. ¡Cómo envidio a quieres domináis el arte del hai-ku!
Un gran abrazo.

Juan Carlos Durilén said...

Gracias a ti, Antonio, por tu visita que me honra y por tus palabras.
Estamos en dos disciplinas distintas, pero unidas por el lazo común de la poesía. Y tu poesía, amigo, sin duda enaltece las letras y el corazón. Estamos, por lo tanto, en el mismo camino con igual propósito, y el honor para mí de compartirlo. Celebro que así sea.

Un gran abrazo.

Elena Bravo "Elena de San Telmo" said...

El otoño nos trae la imagen de la caducidad pero también es época de semillas como es escribir un haiku tan hermoso Juan!

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, Elena.
Un hermoso regalo en este domingo otoñal, el de tu compañía y el de tus palabras siempre tan amables.
Estamos compartiendo otra estación y las sensaciones que nos genera.
Tu corazón de poeta lo sabe.

Un beso.