Con la corteza
recubre sus muñones...
El viejo tronco.

10 Comments:

Unknown said...

¡Qué precioso haiku ! Me quedé pensando en qué sabia es la naturaleza. Cómo se cubre la herida el viejo árbol !
Un abrazo de baobab.

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, María del Carmen.
Tú lo has dicho: la naturaleza es sabia, y nosotros, como parte de ella, tenemos tanto que aprender...

Gracias, también por ese "abrazo de baobab", jejeje... (mientras no sean como los baobabs de El Principito...)

Con todo cariño.

Kairi said...

Profundo !. Saludos Juan Carlos.

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, Kairi.
Valoro tu apreciación tan sintética como elocuente.

Un abrazo, amiga.

Belén Rodríguez said...

Al igual que las personas que, a medida que vamos cumpliendo años, creamos a nuestro alrededor una coraza que nos protege de las historias que de jóvenes nos herían profundamente.
Precioso.
Un abrazo.

Moon said...

Carga de significación llevan los haiku.

Un placer pasar por tu espacio

Saludos.

Moon.

PD.
Soy una enamorada de este breve poema japonés.

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, Belén, por tu compañía y por la profundidad de tu comentario.

Un placer compartir estas miradas.

Un abrazo.

Juan Carlos Durilén said...

¡Bienvenida, Moon!
Gracias por pasar por aquí, por tus amables palabras y por sumarte a los amigos que tienen la generosidad de acompañarme.

Me alegra mucho que te sientas atraída por el haiku. Procuraré no defraudarte, jejeje...

Un abrazo.

Josefa said...

Igual que nosotros que con las cicatrices. Nos hacemos duros. El arból cura sus heridas con la corteza que le deja el paso del tiempo. Precioso Amigo.
Se te extraña por el blog de josefa.
Un beso con todo cariño.

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, Josefa.
Tal como tú dices, amiga. Aprendemos a restañar las heridas del corazón con el propio corazón.

No me olvido de ti. Te visito a menudo.

Otro beso.