Nubes de marzo.
El verano y sus verdes
en retirada.

8 Comments:

mercè said...

pero llegan los rojos y dorados del otoño... hemos de abrir los ojos del corazón y dejarlos que nos irradien con su luz !!!
un abrazo

Juan Carlos Durilén said...

Tú lo has dicho, Mercé.
Gracias por tu visita y por traer con el corazón ese paisaje inminente de un nuevo otoño por estos lares.

Y el privilegio de atravesar uno más, su encanto y sus tonalidades... su paz.

Otro abrazo, amiga.

nubeaguablog said...

Estoy con Mercè llegan nuevos colores, nuevas sensaciones. De la exuberancia pasamos a la decadencia y luego a la nada para de nuevo a la promesa. El cilo de la vida que se repite todos los años, para que lo vayamos aprendiendo ¡y disfrutando!
Un abrazo Juan Carlos

PD Por alguna razón el enlace a tu blog se había volatilizado del mío. Ya esta arreglado. Me extrañaba no ver tus entradas

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias "j"
Un placer tu visita y tu comentario que lo encierra todo. Pasamos las estaciones (¡hermosas todas!) como un ensayo de nuestras propias estaciones de vida.

Hoy el otoño acompaña al mío...

Gracias por recuperar el enlace.

Otro abrazo, amigo.

Xaro La said...

El tránsito de la vida con sus distintas tonalidades.
Colores que bajo la mirada del haijin nos lleva de una a otra estación.
Muy logrado querido Juan Carlos, que bien se percibe el paso de una estación a otra.

Un abrazo grande

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, querida Xaro.
Ocurre que estos cambios son siempre propicios para el haiku. El haiku se nutre de ellos, de ese transcurrir incesante de declinación y renovación.
El haijin, testigo y parte, deja su testimonio.

Un abrazo, amiga.

Anónimo said...

Una muestra más de que todo fluye, todo cambia, nada es para siempre. La sabiduría está en aceptarlo e incluso disfrutarlo. Ese es el reto.

Me gusta mucho el haiku, Juan Carlos. Lo has plasmado de maravilla. Gracias por compartirlo. Un abrazo.

Juan Carlos Durilén said...

Gracias a ti, Poeta Errante.
Aprecio mucho tu paso por aquí y tu hermoso comentario.
Tú lo has dicho: nada es para siempre. Ni nosotros... Por eso, aceptarlo y disfrutarlo es un modo de estar y permanecer. De ser, en definitiva.

Otro abrazo, amigo.