Cielo brumoso.
Dos palomas se pierden
y reaparecen.
 
 

3 Comments:

Carlos said...

¡Qué poema más sencillo, Juan Carlos! Es el universo mágico de la niñez el que asoma en él, ¿no te parece?
Creo, además y aparte de esto, que tiene relación a nivel de experiencia con ese otro que tanto me gustó hace unas semanas sobre la sombra de las palomas en el muro, si no recuerdo mal... Pero este es una versión diferente y, a mis ojos, más “inocente”. Y en esta palabra no pongo nada de peyorativo para este poema ni para el otro: sin variaciones diferentes sobre un tema parecido ¡Gracias!

Carlos said...

son [variaciones diferentes] (y no “sin”)

Juan Carlos Durilén said...

¡Gracias a ti, Carlos!

Estoy de acuerdo contigo en eso de que es un haiku con esa inocencia propia de la niñez. Es verdad. Hay algo de simplicidad e inocencia en ambos. Un pequeño aware en cada caso que invita a dejar testimonio de lo que en el devenir continuo aparecen como millares de fugacidades que conforman el flujo de la existencia.

Un gran abrazo, querido amigo.