Cruzan bandadas
después del chaparrón.
 La brisa fresca...
 
  

3 Comments:

Carlos said...

Solo quiero comentar hoy, Juan Carlos, que este haiku es para mi muy distinto a tantos otros tuyos en los que el contenido simbólico (o que yo llamo simbólico) es mucho más importante.
Aquí, como en el del aguilucho sobrevolando los árboles —pero este me gusta más—. se trata de captar un suceso que el poeta siente que tiene un significado especial, que encierra un cierto “misterio”.
No puedo evitar, por otro lado, que este haiku me evoque la sensibilidad que en la antigüedad se tenia ante sucesos como el que este haiku recoge. En particular, los romanos cuando iban a levantar una ciudad entendían como propicio o no propicio el vuelo de ciertas bandadas de pájaros sobre el terreno en el momento de la elección... Esto no se puede entender, a mi modo de ver, como simple “superstición”. Hay algo más profundo detrás...
Me llama también la atención la importancia que encierra el último verso (“la brisa fresca...”) que por su subjetividad (es una sensación del cuerpo) contrasta con los otros dos. Para mí aporta un elemento de participación en lo que sucede del que es ajeno el sentido de la vista.
Lo dicho: siendo distinto y poniendo en juego otros recursos, es un haiku lleno de finura y sensibilidad. Gracias, como siempre, Juan Carlos.

Juan Carlos Durilén said...

Gracias, Carlos, por tan hermoso y profundo comentario.

Como es habitual en ti, no solo te ubicas en la escena presentada en el haiku; lo tomas como referencia para traer a colación otras particularidades de la historia o del pensamiento.

Es verdad, por otra parte, que hay en la composición dos elementos diferenciados: el de la vista y el de la sensación corporal que la frescura aporta tras el chaparrón.

Aprecio mucho tu visita y tus palabras.
Un gran abrazo.

Carlos said...

Por cierto, ¡la foto también me encanta!