Enero/2011

16 Comments:

Leti Sicilia said...

Llega el silencio, la calma y los colores del alba. Un haiku lindo y sugerente. Gracias.

Un beso.

Juan Carlos Durilén said...

¡Gracias a ti, Leti!
Me alegra que sea de tu agrado.
A veces, es nuestra respiración o son nuestros pasos lo único audible, en esa paz en que la noche cede a las primeras luces de otro día...

Te agradezco que hayas pasado por aquí.

Otro beso.

Elsa said...

Se respira silencio en tu haiku. Muy evocador, Juan Carlos.

Un beso

Juan Carlos Durilén said...

¡Qué alegría tu visita, Elsa!
Gracias por ello y por tu comentario.
Es alentador comprobar que lo expresado halla lugar en tu espíritu.

Otro beso para ti.

Juan Carlos Moreno said...

Hermosísima fotografía y buen haiku. Trae sensaciones de paz y silencio
Un Abrazo
Juan Carlos

Juan Carlos Durilén said...

Muchas gracias, tocayo.
Percibes exactamente lo que he procurado trasmitir, y eso me alegra. Eres un buen lector, además de un buen haijin.
Seguimos compartiendo miradas.

Otro abrazo para ti.

Antonio M. said...

Juan Carlos, encantado de conocer tu blog y coincido con los demás, buena fotografía y mejor haiku.

Un abrazo. Antonio.

Juan Carlos Durilén said...

¡Muchas gracias, Antonio!
Y un placer darte la bienvenida.
Agradezco tu compañía tanto como tus hermosas palabras.

Me honra compartir contigo este camino del haiku.

Otro abrazo.

irune inchaustegui said...

muy hermoso el haiku y la imagen.Espero seguirte.Irune

Juan Carlos Durilén said...

Un halago tu compañía, Irune.
¡Bienvenida!
Espero seguir contando con tu visita. Siempre repito que el haiku son "miradas del corazón", y el gozo está en compartirlas...

Hasta cuando quieras. Un beso.

Claudia Bakún said...

me sumo a todo lo dicho: me llega en forma especial ese roce apagado de las sandalias...lo escucho y siento en los pies, acaso por tener esa vivencia (confieso que la resequedad en los pies me molesta un poco, pero todo sea por andar en esas tierras...)
Abrazos

Juan Carlos Durilén said...

Agradezco tu visita y tus palabras, Claudia.
Si has caminado las sierras a esa hora del día, en ese silencio cautivante, seguramente te sonará familiar el propio roce de las sandalias por los caminos y senderos...
Me alegra compartirlo contigo y con todos los que han dejado sus impresiones.

Un beso.

Elías said...

eL DÍA... CASI, EL ROCE ... CASI... Es... pero casi no es... Realmente una maravilla de haiku, pura sugerencia y con un sabor a clásico extraordinario. felicidades, me gusta mucho.
Elías

Juan Carlos Durilén said...

¡Muchas gracias, Elías!
Me honra el hecho de que te hayas sumado a los Seguidores de este espacio, y, en particular, el generoso concepto sobre este haiku.
Celebro cuando logro trasmitir fielmente el instante, aunque, como en este caso, es tu sensibilidad la que establece esa armonía.

Agradezco tu visita, y nos seguimos leyendo.

Un fuerte abrazo.

ADMINISTRADOR said...

Juan Carlos... el roce de esas sandalias en el silencio que acompaña al amanecer te lleva lejos, muy lejos...

Gracias por compartir este momento.

Mercedes

Juan Carlos Durilén said...

Gracias a ti, Mercedes, por tu siempre grata compañía y por tu lectura.
Aprecio mucho tus palabras.
Vengo de visitar tu blog y aún sigo conmovido por la ternura de tu nieto, ¡su haiga! Te felicito.

Un abrazo a ambos.